sábado, enero 17, 2009

Sangre en las aulas "Antidepresivos y otros"

El último San Valentín ocurrió un nuevo episodio de violencia en EEUU. Un chico de 27 años entró con un arma a un auditorio en la NIU University en Illinois, mató a cinco estudiantes y luego se suicidó.

En el año 2004 ocurrió algo similar en Argentina. Desde entonces, y al contrario de lo que algunos temieron, en Latinoamérica no han vuelto a ocurrir este tipo de hechos.

En el mismo periodo de tiempo han ocurrido tres matanzas estudiantiles en Europa, una en Australia, una en Canadá y 28 en EEUU. ¿28?

Tantas matanzas en poco más de tres años equivale aproximadamente a una cada 45 días. ¿Qué está ocurriendo en ese país?


¿Videojuegos? ¿Armas?

En su filme-documental Masacre en Columbine, Michael Moore habla de la competitividad característica de la cultura de ese país como el origen de la cultura de violencia que caracteriza a EEUU.

Esta competitividad es quizás la degeneración de valores culturales que ponen demasiado valor a ser el #1, a tal punto que sobresalir ha dejado de ser una opción, para convertirse en una necesidad.

Según Moore, los videojuegos, el cine y la TV son sólo manifestaciones externas de una cultura competitiva que rinde cierto culto a la violencia.

El panorama se complica porque en EEUU es fácil comprar armas por correo, dado que las leyes restringen muy poco su uso. Como factor complementario, Moore menciona la mayor presión económica que más de dos décadas de gobiernos conservadores han puesto en la gente de escasos recursos, a tal punto que muchos padres necesitan dos trabajos y no tienen tiempo para inculcar valores a sus hijos.


Las drogas

Según el escritor Mike Adams, todos los jóvenes que han sido autores de casos de violencia estudiantil han estado en tratamientos psiquiátricos, particularmente con antidepresivos SSSI, en cuya familia está el famoso Prozac.

Un dato curioso es que Prozac se empezó a comercializar en 1988, y que fue a inicios de los 90 que estas matanzas empezaron a ser cosa común.

Adams acusa a la industria médica de EEUU de ser en extremo mercantilista y ver a los antidepresivos como una mercancía comercial que, como tal, tiene que “abrir mercados”.

Pude corroborar que hay una impresionante correlación entre los asesinatos estudiantiles y el uso de antidepresivos, pero esto no necesariamente prueba que éstos fueron los causantes de los crímenes.

En todo caso, queda la duda, especialmente porque uno de los posibles efectos secundarios de los SSSI es desconectarse de la realidad.

Mark Taylor, una de las víctimas de la famosa masacre en Columbine, Ohio, escribió en su libro Yo pedí, Dios respondió: el milagro de Columbine, “¿por qué nos preocupamos sobre los terroristas en otros países cuando las farmacéuticas han probado ser nuestros más grandes terroristas al difundir estas drogas en un público inocente?”

Para sorpresa de los psiquiatras ortodoxos, en el año 2005, Steven Sharfstein, entonces presidente de la American Psychiatric Association, admitió públicamente que muchas veces se recetan antidepresivos cuando no se debería, e indirectamente criticó a los médicos que aceptan estímulos de las farmacéuticas interesadas en aumentar sus ventas.

Asociaciones como el International Center for the Study of Psychiatry and Psychology, Mind Freedom y la International Coalition for Drug Awareness se dedican a luchar por acabar con lo que ellos perciben como un gigante caso de corrupción médica a merced del bienestar de la gente.


La suma de todo

La agresividad y la competitividad enraizada en la cultura de EEUU, la familiaridad con la violencia que ocasionan los videojuegos y la industria del entretenimiento, la falta de tiempo de los padres para sus hijos y la facilidad para conseguir armas, parecen ser condiciones propicias para que ocurran estas matanzas.

En este escenario, es una posibilidad que merece atención que los antidepresivos no siempre estén curando a los chicos con problemas. Los padres haría bien en explorar métodos alternativos para solucionar los problemas psicológicos de sus hijos. Una depresión no se debería tratar como si fuera un resfriado, especialmente si simultáneamente no se están haciendo esfuerzos por solucionar el origen de los problemas.

El tema es complejo y merece análisis, especialmente si no queremos que el fenómeno se extienda a nuestros países.



Reflexiones adicionales

No se trata de demonizar a los antidepresivos. Estos fármacos son sustancias que sirven un propósito y que pueden ayudar a ciertas personas. El problema es el abuso al momento de recetarlos y el no complementar su (limitada) aplicación con psicoterapia que llegue al fondo del problema.

Esto ha generado en Europa y EEUU un agitado debate en el que se cuestiona la honestidad de los agentes gubernamentales llamados a controlar qué drogas son seguras y qué drogas son peligrosas para la gente.

Se critica también a los medios de comunicación (especialmente en EEUU) de no dar mucha atención a noticias y descubrimientos que desafíen la visión dominante de la salud como algo que se logra con el uso de drogas. (lo contrario a la visión que relega el uso de drogas al mínimo y las reemplaza con elementos naturales).

Estos médicos acusan a las farmacéuticas de ser las mayores culpables del abuso de drogas lícitas, pues son las que disponen de millonarias sumas de dinero para aceitar la opinión pública a su favor. Pero al mismo tiempo no hay que olvidar que no son más que entes comerciales cuyo propósito es hacer dinero. El error está en la opinión pública que sigue viéndolas como entes de bien público.

El caso es que se han dado en EEUU terribles casos de corrupción a los que hay sitios web dedicados a denunciar.

Esta controversia se reproduce a nivel de medicina general. Estos médicos "rebeldes" acusan a la agencia federal de controlar estas cosas (la FDA) de ser demasiado laxos para evaluar drogas, pero muy estrictos para evaluar remedios naturales.

Hoy poca gente niega que las farmacéuticas han convertido a la medicina en un simple negocio. El problema es que esto, que podría ser considerado normal, es en realidad muy peligroso.

Las farmacéuticas invierten grandísimas sumas para crear nuevas drogas, y disponen de sumas también grandes para defender su uso, muchas veces a cualquier costo.

La salud del consumidor en EEUU (y por ende, de Latinoamérica) está en riresgo por causa de la corporativización de la medicina. Continuamente se denuncian casos de corrupción pública que permite el uso de drogas que no debería permitir.

Hay médicos que prefieren dar la espalda a este problema y seguir el juego al sistema. Pero nadie que se haya tomado el trabajo de investigar sobre este tema podría negar que la situación ha llegado demasiado lejos.



La verdadera controversia

Detrás de estas denuncias hay una controversia entre las dos principales aproximaciones al tema de la salud. Por un lado, los médicos holísticos (herbalistas, acupunturistas, quiroprácticos y hasta los homeópatas) ven al ser humano como un ente sano en su estado natural, y enfocan su esfuerzo en ayudar al organismo a recuperar su estado de equilibrio para que éste mismo logre su sanación.

Por el otro lado, los médicos "académicos" no confían mucho en la capacidad del cuerpo para autosanarse y acostumbran recetar drogas para solucionar problemas de salud.

La palabra holístico significa “completo” o “integral” porque la medicina holística ve al ser humano como una unidad y desconfía de las soluciones focalizadas. Ellos ven a la enfermedad como un anuncio del cuerpo que conviene no reprimir sino estudiar.

Esta misma controversia se reproduce a nivel de medicina para la mente. En el lado de los "académicos" están los psiquiatras y los psicólogos. En el lado de los holísticos está la llamada psicología de tercer nivel, o transpersonal, que es mucho más flexible para dar por válidos métodos de otras culturas o métodos naturales para llegar a la salud mental (meditación, hipnosis, regresiones).


Tendencias en la medicina

Tanto en la medicina general como en la medicina de la mente hay tendencias que proponen relegar el uso de drogas a los casos más indispensables.

La psicología transpersonal, por ejemplo, ve al ser humano como una unidad y rehúsa ver a los problemas mentales como hechos aislados.

La divergencia viene principalmente porque tanto la psicología transpersonal como la medicina holística usan métodos que por un motivo u otro no se han podido demostrar inequívocamente en laboratorios. Lo que ocurre es que hay prácticas que no se prestan a eso, pero sus practicantes saben por experiencia que sí funcionan.

El hecho que sea difícil comprobar su efectividad hace que la clase médica no se sienta cómoda con el uso de estas terapias, muchas vecds llamadas alternativas.

Por su lado, muchos médicos naturalistas no dan tanta importancia a que un tratamiento sea demostrado en laboratorio, pues comprueban a diario su efectividad a través de su práctica, y ven a la sanación más como un arte que como una técnica.

El arte, por su naturaleza, tiene algo de impredecible, de creativo. Esa visión de la medicina exclusivamente como una técnica se ha aliado inconvenientemente con su transformación en un gran negocio.

Adicionalmente, para los médicos académicos es difícil encontrar información fiable que no sea hostil a formas de medicina natural, pues los ubicuos Journal of the American Medical Association y el New England Journal of Medicine se los considera alineadas con la corriente dominante en la medicina.

Las universidades están manejadas por médicos a quienes les han inculcado que los sanadores son estafadores poco serios.

En el mundo de la medicina hay desconfianza entre ambos grupos, y eso ha limitado mucho las investigaciones sobre nuevos métodos de sanación.


La medicina del futuro

En años más recientes, ha empezado a haber más relación entre los médicos académicos y los médicos holísticos, y hay serias instituciones dedicadas a corroborar y a mejorar los métodos alternativos de sanación (Como el Health Sciences Institute de Baltimore).

Esto ha dado nacimiento a una nueva generación de médicos que fusionan lo mejor de las dos escuelas, y son hoy lo que seguramente será la medicina del futuro.

Estos médicos se agrupan en instituciones como el American Board of Familiy Medicine, el International Center for the Study of Psychiatry and Psychology y el Insitute of Transpersonal Psychology, y muchísimos más.

La experimentación en laboratorio es importante para proteger a la medicina de aceptar mentiras, pero es necesario tener la sensibilidad de detectar la validez de procedimientos que aunque no se hayan podido documentar en laboratorio, es obvio que funcionan, como la acupuntura, el ayurveda, la homeopoatía y la quiropraxia.

La industria farmacéutica es, lamentablemente, un lastre para esta fusión, pues se dedican a “estimular” a los médicos para mantener su complicidad con el sistema farmacéutico, asegurándose de que mantengan la visión de que es necesario drogarse para estar sano.

Para esto, principalmente se utilizan viajes de incentivo y estudios. Según el American Board of Family Medicine, el 70% de la educación continua (continuing education) de la clase médica es financiada por las farmacéuticas.

Según esta misma institución, las prestigiosas American Heart Association, the Arthritis Foundation, la American Diabetes Association (y yo añadiría la American Cancer Association) basan gran parte de sus finanzas en donaciones de las farmacéuticas.

Más de la mitad del presupuesto del Center for Drug Evaluation and Research es financiado por las farmacéuticas.

Todo esto ocurre en EEUU, pero el tema es grave porque ese país sigue siendo el referente de la vanguardia científica a nivel mundial, y usualmente lo que no se acepta en EEUU tampoco se acepta en otros países.

No se trata de demonizar a la industria médica, pero sí comprender que no se puede creer lo que el gobierno de EEUU y las farmacéuticas dicen. Son parte de un mismo engranaje comercial, y al menos deberían tener la honestidad de reconocerlo.

Es saludable también entender que la veracidad de los consejos de un médico puede estar comprometida por esta guerra no declarada a la medicina alternativa.

Estos son los antecedentes a la denuncia de Mike Adams que presento en el artículo principal.


Un excelente análisis de la corrupción médica colectiva hoy en día está en el Journal of the Maerican Board of Famliy Medicine en http://www.jabfm.org/cgi/content/full/18/5/414

Algunos sitios web que denuncian casos de corrupción médica son http://www.naturalnews.com/ y http://www.alternet.org/. Es buena idea suscribirse a sus boletines para estar al tanto de información muchas veces vital.

La tabla donde se recopilan los casos de masacres estudiantiles en el mundo está bajo el portal de Wikipedia en http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_school-related_attacks. Allí se puede constatar que es verdad lo que dije en

el artículo principal: que las masacres se hicieron comunes en los años 90 (coincide con el surgimiento de nuevas familias de antidepresivos que se hicieron muy populares).

Hay otra tabla que corrobora que casi la totalidad de los autores de masacres han estado en tratamiento con antidepresivos (http://www.ssristories.com/index.php).
Publicado por El cuarto ojo
Proyecto de comunicación sobretendencias mundiales y ética.

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