lunes, junio 05, 2006

Violencia escolar y problemas de atención.
Una profunda reflexión sobre ciertas interacciones que se dan entre la escuela, la familia y los niños que no cumplen con determinadas expectativas académicas o de disciplina escolar y que son generadoras de violencia.
Desde hace un tiempo que nos preocupan comentarios que hacen los docentes y que nos transmiten las familias o los alumnos Estos comentarios llegan en el cuaderno de clase y/ o de comunicaciones en algunas situaciones y en otras son escritos en el boletín de clasificaciones o comentados a los niños o a sus padres. Entre esos comentarios elegimos los siguientes:
Trabajas bien, pero puedes mucho mas
Cuando querés tus trabajos son excelentes pero te falta continuidad.
Mira todo el tiempo por la ventana
Eres capaz, pero no haces esfuerzos
Debes practicar, puedes hacerlo
Debe mejorar su conducta
Figuran” Incompletos” en el cuaderno de clases todos los días
Debes trabajar mas y hablar menos
Esmérate un poco mas
Prestá más atención
- A Pedro su maestra luego de varias llamadas de atención le rompió las figuritas que eran su colección mas preciada.
- A Juan el maestro de música le rompió un avioncito de papel, porque no le hizo caso
“adelante” cuando un día trabajó mejor suponiendo que el trabajar peor o mejor depende solamente de la voluntad.
- Suspensión bajo la consigan de “reflexionar” en un niño de 6 años que no puede quedarse quieto.
- Un niño llega a su casa con un rasguño de su maestra que quiso frenarlo y sin querer lo lastimó. La herida se infecta y debe concurrir a la escuela con esa zona vendada.
- En vez de trabajar mira con su amiga por la ventana y es obligada a salir del aula
- Un niño de 6 años se autoevalúa y en su letra de imprenta recién lograda coloca: “Debo esforzarme por prestar mas atención.”
- Relatos de los niños que nos cuentan que en los recreos están dentro del aula y en el tiempo de clase están afuera.
- Pedidos de cambio de escuela y negación de la matriculación en los meses de noviembre o marzo
Estos relatos son historias de vida de niños que tienen entre 6 a 11 años de edad y tuvieron lugar entre 1996 y la actualidad. Los protagonistas tienen cociente intelectual en los límites de lo esperable para cursar en una escuela común aunque presentan problemas de rendimiento y o disciplina escolar.
Los niños con los que trabajamos, y de los que obtuvimos esta información presentan trastornos de atención crónicos o temporales.
En una encuesta que realizamos en 1999 a 12 maestros que tenían a su cargo un universo de 554 alumnos, los alumnos que según ellos presentaban distractibilidad eran el 30%.
Los niños que padecen distractibilidad presentan dificultades en el manejo de la atención voluntaria que es la capacidad de mantener el foco atencional cuando la tarea es rutinaria y/o aburrida, ya que no pueden hacer el esfuerzo por inhibir los impulsos por atender a los elementos que los distraen.
Con lo que muchos niños, que no padecen ADHD, también se distraen.
Esto tendría sus causas en el aburrimiento, la mala planificación, no respetar los intereses de los alumnos, etc. Estas ultimas situaciones generan violencia, por la falta de respeto hacia las necesidades de los niños.
Cuando un niño recibe a diario el tipo de comentarios antes citados debemos suponer que hay un maestro nervioso o al menos desesperanzado, sin la capacitación o la supervisión necesaria, y que esto está acompañado de estrés familiar y que como respuesta a altos niveles de tensión son esperables conductas que conllevan a situaciones de violencia. Violencia, también experimentada por el maestro al no tener con quien compartir y supervisar lo que pasa en su tarea cotidiana, donde debe cumplir múltiples funciones
Estas interacciones agresivas se dan en las duplas: maestro - niño, progenitores entre si y con el niño y padres - escuela o sea entre todos los integrantes de los sistemas escolar y familiar.
La familia avalando a los educadores intenta modificar la situación imponiendo castigos, haciendo comentarios sarcásticos o burlones, etc. ya que en general lo que hacen los padres en un principio, es apoyar las medidas escolares.
Comentarios del tipo: Sos un vago; no puede ser que no entiendas si ayer lo trabajamos; de nuevo incompleto; ¿cómo puede ser que conmigo lo sabías y ahora te sacaste uno en la prueba? ,como te fue mal no vas a ver a tus amigos, son los que recibe el niño en casa, repitiendo el discurso escolar.
En otras ocasiones la familia se enoja con la escuela, culpándola del fracaso de su hijo, actitud que también genera violencia, porque se desautoriza a la institución y el niño queda entrampado en las diferencias entre los mayores que deberían ocuparse de él y no preocuparlo, por esta causa también aparece la distractibilidad.
Incluso los profesionales de la salud intervienen algunas veces dubitativamente a los fines de no enojar a la institución escolar en la cual el niño pasa muchas horas.
Es muy difícil delinear la frontera entre una conducta correctiva, una penitencia y el maltrato emocional.
Los padres comienzan una escalada de reproches con la sospecha de que están ante un niño vago, maleducado, o sin intereses. Esto hace crecer el enojo entre todos los componentes del sistema y padres –hijos y educadores se tornan víctimas y victimarios de las relaciones que ellos mismos fomentan. Sufriendo y haciendo sufrir en una espiral, que no cede y que aumenta la violencia, ya sea verbal, física o emocional.
Lo recién descrito entra en la categoría de maltrato infantil.
Maltrato porque es un acto violento que daña psíquicamente y porque esta acompañado de sentimientos de coacción y de peligro
según el Dr.Perrone.